miércoles, 27 de mayo de 2009

Cuentos de Gallego



Como él mismo se ocupa de divulgar, José Luis Gallego llegó al mundo cayendo en las manos de una partera japonesa, circunstancia a la que puede atribuirse que tenga los ojos achinados, a pesar de ser cien por ciento producto de la inmigración gallega en Buenos Aires. Si bien el relato de su nacimiento puede resultar fantástico y exagerado, condice perfectamente con su labor de “cuentero”, como le gusta definirse. Cuentos infantiles y clásicos, leyendas y cosmogonías, todo tipo de historia es susceptible de ser contada –y transformada- en sus espectáculos de narración oral.

Es miembro fundador de la compañía de cuenteros “El viajecito de Felipe” (www.elviajecito.com.ar) junto a Juan Tapia, Manuel de la Serna y Francisco Benvenutto, todos discípulos del gran narrador oral y maestro Juan Moreno. En sus espectáculos de narración oral, alejados formalmente de la tradición de payadores y contadores de chistes, “El viajecito…” despliega un repertorio amplio que puede abarcar tanto historias folklóricas y mitos de África y Oriente como la desopilante galería de monstruos del conurbano creada por Gallego. José Luis no se dedica apenas a contar todo tipo de historias ante el público, sino que además las escribe y edita en el formato de libro-objeto, en sociedad con su compañera en el trabajo y la vida, la diseñadora Helga Wolfert.


Las historias de tus libros están repletas de situaciones altamente improbables y de sucesos o personajes mágicos, ¿Dónde surge todo este mundo fantástico?

José Luis Gallego: Las historias surgen de la necesidad de expresar imágenes, ideas, pequeños mundos y personalidades que, de no ser escritas o dichas, mueren en la vorágine de mi pensamiento. Los cuentos que escribo vienen de algún lugar al cual se accede luego de un viaje al otro lado del mundo de la razón. Este viaje implica empaparse de recuerdos que uno trae al mundo de la “realidad”. Después les pongo comas, párrafos, trato de que se entiendan y, si me gustan, los publico. Una vez que son publicadas, estas historias dejan de apremiarme. Entonces me siento en general cómodo; de esa comodidad escapo viajando y, de esos viajes, surgen nuevos relatos.

Yo escribo por una necesidad ulterior que profana inclusive mis comodidades. Me gusta más que el dinero. Escribo por necesidad. Después la historia sola te dice lo que quiere: si quiere ser leída, contada, dibujada; es la historia, la pieza artística la que habla por si misma, pero para eso debe ser concebida. Y no se me ocurre otra forma de concebir, parir, engendrar una historia, que a través de la más profunda libertad. Ausencia de condicionamientos y barreras. La imaginación, la creatividad, es un espíritu inquieto y frágil. No soporta que le digan qué hacer o cómo, sólo sabe batir las alas y viajar. Se puede domesticar, pero muy domesticado ya pierde lo salvaje y se vuelve predecible. Es un concepto que, en mi caso, es aplicable al arte en general, o es libre, o no es arte en lo más mínimo.


Después de percibir como se transforman las historias a la hora de ser narradas. ¿Cuál es la génesis que vos les das? ¿Son cuentos para ser leídos o historias para ser contadas?
JLG: Los cuentos o historias son apenas eso, cuentos e historias, no tienen ningún objetivo determinado. No son ni para ser leídos ni para ser contados, ni dibujados ni explicados. Son procesos independientes. Crear los cuentos por un lado; transmitirlos por el otro. Si los cuentos son leídos o contados es un asunto posterior. Es como el caso de las adaptaciones cinematográficas de obras literarias: aunque el libro ya esté escrito, para hacer la película habrá que estudiar cómo contar la historia de nuevo, porque cada medio requiere su lenguaje. Con la narración oral sucede lo mismo, la literatura y la oralidad son dos cosas tan distintas que hasta compiten entre sí. Incluso es distinto leer una historia en voz alta que contarla. La historia al ser contada se transforma en tres dimensiones. Mi maestro Juan Moreno llama a este proceso “leudar la historia”, este concepto se refiere a que a medida que uno las va contando, las historias crecen y se enriquecen tanto en detalles como en emociones, adquiriendo distintos planos por donde el oyente puede viajar.


¿Cómo surge la idea de presentar las historias dentro de un libro-objeto?

JLG: Soy gráfico por naturaleza, siempre me gustó. Disfruto del proceso gráfico, producción, diseño, impresión, encuadernación. Me gusta que la pieza gráfica además de poder ser leída sea un producto artístico en sí mismo, que más allá de lo que allí se diga cada elemento funcione y tenga valor por sí mismo. Es decir, los cuentos, las historias, tienen que producir algo aunque estén impresas en fotocopias o escritas a mano. Las imágenes que ilustran los cuentos deben ser independientes de los cuentos y aunque se relacionen con la historia, tener vida propia. Por ejemplo, pongamos por caso los muñecos que produzco para los espectáculos: la tercera dimensión de su existencia no esta incluida en el papel de los libros. Si te los encontrás por ahí solitos, quizás surge algo más allá del cuento, la posibilidad está abierta. Y con el libro ocurre lo mismo, aunque el interior sea ilegible, para mí un libro debe causar un impacto como objeto, una relación con quien lo tiene en su mano.


¿Cuál es el aporte que el diseño le da a los relatos?
JLG: El diseño es parte del proceso del que venía hablando. Una vez que ya son señores cuentos o señoritas historias, han sido corregidos y merecen ser publicados, quedan en manos del diseñador. El diseño es como la ropa que viste a los cuentos para ser leídos. Podrían ser leídos a letra de médico, pero sería como presentarte a mi prima en harapos, no es lo mismo. En el caso de Helga Wolfert, la diseñadora de mis libros, entiende y conoce perfectamente la personalidad de mis relatos y los empilcha con una ternura certera. Tratándose de un libro-objeto, el diseño también se relaciona con los distintos planos que componen la pieza gráfica que es “el libro”. El diseño juega un papel con los textos, las ilustraciones y el conjunto. En el caso de Helga, además del diseño ella desarrolló el arte del libro, es decir, la presentación de todo lo que se está contando en un solo lenguaje, un denominador común sobre el que se apoyan todas las otras piezas de las que ya te hablé. Si bien la idea de formato, tapas, gramajes y contenido corrió por mi cuenta, Wolfert encontró una forma de interconectar todas esas expresiones para que brillen.


¿Por qué siempre usás diminutivos en los títulos de tus libros?

JLG: El diminutivo es el significante en relación con el todo. Es la personalidad de una miguita de pan sobre una mesa donde ha ocurrido un asesinato. Seguramente un periodista contará los cadáveres, investigará qué comieron en la cena, indagará su pasado, buscará pistas, elucubrará posibles causas, etc. Yo, en cambio, estaré más interesado en el destino de esa miguita.

Publicado originalmente en http://blogs.arsomnibus.com/arteartida/


Entrevista con Helga Wolfert sobre diseño de libros objeto


Para saber más: joseluisgallego@gmail.com


El “Viajecito de Felipe” ya está con espectáculo nuevo:

“Él apareció y dijo que mi abuela era de mentira”
Horarios de funciones y otras infos: www.elviajecito.com.ar


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