miércoles, 27 de mayo de 2009

Para vestir monstruos



Plagados de asesinos brutales hasta la ternura, fantasmas trabando amistad con niños asombrados ante la locura de sus padres y seres marginales sin rumbo, los libros-objeto “La existencia es mullidita” (2004) y “El niño Miguita” (2008) sorprenden tanto por sus historias inconcebibles como por su concepción gráfica: pequeños como para ser portados en una billetera, ilustrados por el propio autor, José Luis Gallego, y bellamente diseñados cuento por cuento por la diseñadora Helga Wolfert, al punto de que es posible saborear el tenor del relato desde el formato de la letra.

En la mayoría de los libros que hemos leído, quietas letras de molde sobre fondo blanco inducen al lector a formar en su mente las imágenes que irán narrando la historia a través de la puesta en juego de su imaginación, y ésta será la única vía por la cual viajarán todas las emociones, ideas y sentimientos que el autor haya querido transmitir. Distinto es el caso de las narraciones en formato de historieta (o en novelas ilustradas), donde el dibujo obvia partes del relato y define de forma incontestable el rostro, el paisaje y hasta la forma de vestirse de los personajes, dejando menos libertad a los lectores para definir los detalles de la historia. Ya en “La existencia es mullidita” nuevos recursos entran en escena dejando su impronta: el papel oscuro y de remembranzas casi groseras nos introduce en el mundo opresivo y lleno de humoradas bizarras de sus personajes, donde formatos de letra que cambian a medida que avanzamos en los relatos van dejando en claro que aquí nada puede darse por sentado. En “El niño Miguita” la tendencia de acentuar lo impermanente se profundiza: las múltiples tapas del libro son plausibles de ser cambiadas, poniéndole un rostro diferente a la obra cada vez que se la toma en las manos, alterando el orden de los textos e incluso del título del libro.

Los dos libros nos invitan a hacer un uso aguzado de la imaginación, a la vez que con su abanico de estímulos nos inducen al estado de ánimo ideal para acercarnos a estas historias, como una música de fondo en la sala del cine. El dúo Wolfert-Gallego compone un combo creativo que transforma las reglas de acceso al antiguo arte de la lectura, acrecentando la importancia del diseño gráfico como vehículo sensorial para una obra literaria.

Publicado originalmente en http://blogs.arsomnibus.com/arteartida/
Para saber más:

Entrevista con Helga Wolfert

Entrevista con José Luis Gallego


Publicado originalmente en http://blogs.arsomnibus.com/arteartida/

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