miércoles, 27 de mayo de 2009

Arte Digital, el gran ausente




ArteBA 09 - 18 Feria de Arte Contemporáneo
22 al 26 de mayo de 2009 en La Rural – Buenos Aires

Copyright fotos del Autor
Foto 1 (arriba)Intervención digital de Nina Molina
Foto 2 (abajo) Obra de Tatiana Parcero

Con gran afluencia de público disfrutando de los más de 800 expositores de arte contemporáneo argentino y latinoamericano, ArteBA 09 se confirmó una vez más como el eje donde constelan galerías, artistas y medios especializados. Con dedicatoria especial este año para Rómulo Macció, León Ferrari y Santiago Puente, la Feria volvió a reunir a los nombres consagrados, los valores emergentes y los representantes de las nuevas tendencias, todos de cara a un público ávido que observaba con atención y celebraba a los más osados y creativos.
Sin embargo, a pesar de la abundancia de obras y de la probada capacidad que tiene la Feria de atraer al público en general –aquellos que no suelen frecuentar el circuito artístico- fue notable la baja participación este año de artistas digitales.
Apenas poco más de una docena de fotógrafos digitales, unas cuantas reproducciones serigráficas y algunas video-instalaciones resultaron ser una muestra escasa, inmersa en el océano de pinturas, esculturas e instalaciones de variada factura que colmaron la Rural. Las técnicas más tradicionales de arte –pintura, escultura e incluso fotografía analógica- prácticamente monopolizaron un espacio que por definición suele ser ecléctico y abierto a nuevas experiencias.
Es difícil aventurar una explicación de por qué el arte digital se constituyó en el gran ausente de esta edición de ArteBA. Tal vez la falta de interés de los artistas del rubro cibernético de exponer en la Feria se deba a que si bien ésta se constituye en una excelente vidriera para mostrarse tanto al público raso que sólo viene a husmear y curiosear como para los potenciales compradores de paladar negro, ArteBA no resulte tan eficaz a la hora de atraer al público del digital art. Otra posibilidad –que tal vez sea complementaria de la primera- es que la tribu de los digitales prefiera otras formas de acercarse al circuito de exposición, otras alternativas para darse a conocer a la gente, y ArteBA resulte ser un marco excesivo y con poca afinidad, falto del feeling adecuado.
Cualquiera que sean los verdaderos motivos –incluso dejando la puerta abierta a que todo sea apenas casualidad-, la ausencia masiva de arte digital no empañó la calidad de la Feria, que se caracterizó por el gran nivel de lo expuesto y por la alta aceptación del público. Pero, igualmente, se sintió la falta de un segmento tan rico e importante en el quehacer de las artes plásticas actuales. Una mayor participación del digital art le hubiera brindado a esta versión de ArteBA, sin dudas, todo el brillo que el nuevo arte del siglo XXI puede aportar.

Publicado originalmente en http://multimedia.maimonides.edu

Cuentos de Gallego



Como él mismo se ocupa de divulgar, José Luis Gallego llegó al mundo cayendo en las manos de una partera japonesa, circunstancia a la que puede atribuirse que tenga los ojos achinados, a pesar de ser cien por ciento producto de la inmigración gallega en Buenos Aires. Si bien el relato de su nacimiento puede resultar fantástico y exagerado, condice perfectamente con su labor de “cuentero”, como le gusta definirse. Cuentos infantiles y clásicos, leyendas y cosmogonías, todo tipo de historia es susceptible de ser contada –y transformada- en sus espectáculos de narración oral.

Es miembro fundador de la compañía de cuenteros “El viajecito de Felipe” (www.elviajecito.com.ar) junto a Juan Tapia, Manuel de la Serna y Francisco Benvenutto, todos discípulos del gran narrador oral y maestro Juan Moreno. En sus espectáculos de narración oral, alejados formalmente de la tradición de payadores y contadores de chistes, “El viajecito…” despliega un repertorio amplio que puede abarcar tanto historias folklóricas y mitos de África y Oriente como la desopilante galería de monstruos del conurbano creada por Gallego. José Luis no se dedica apenas a contar todo tipo de historias ante el público, sino que además las escribe y edita en el formato de libro-objeto, en sociedad con su compañera en el trabajo y la vida, la diseñadora Helga Wolfert.


Las historias de tus libros están repletas de situaciones altamente improbables y de sucesos o personajes mágicos, ¿Dónde surge todo este mundo fantástico?

José Luis Gallego: Las historias surgen de la necesidad de expresar imágenes, ideas, pequeños mundos y personalidades que, de no ser escritas o dichas, mueren en la vorágine de mi pensamiento. Los cuentos que escribo vienen de algún lugar al cual se accede luego de un viaje al otro lado del mundo de la razón. Este viaje implica empaparse de recuerdos que uno trae al mundo de la “realidad”. Después les pongo comas, párrafos, trato de que se entiendan y, si me gustan, los publico. Una vez que son publicadas, estas historias dejan de apremiarme. Entonces me siento en general cómodo; de esa comodidad escapo viajando y, de esos viajes, surgen nuevos relatos.

Yo escribo por una necesidad ulterior que profana inclusive mis comodidades. Me gusta más que el dinero. Escribo por necesidad. Después la historia sola te dice lo que quiere: si quiere ser leída, contada, dibujada; es la historia, la pieza artística la que habla por si misma, pero para eso debe ser concebida. Y no se me ocurre otra forma de concebir, parir, engendrar una historia, que a través de la más profunda libertad. Ausencia de condicionamientos y barreras. La imaginación, la creatividad, es un espíritu inquieto y frágil. No soporta que le digan qué hacer o cómo, sólo sabe batir las alas y viajar. Se puede domesticar, pero muy domesticado ya pierde lo salvaje y se vuelve predecible. Es un concepto que, en mi caso, es aplicable al arte en general, o es libre, o no es arte en lo más mínimo.


Después de percibir como se transforman las historias a la hora de ser narradas. ¿Cuál es la génesis que vos les das? ¿Son cuentos para ser leídos o historias para ser contadas?
JLG: Los cuentos o historias son apenas eso, cuentos e historias, no tienen ningún objetivo determinado. No son ni para ser leídos ni para ser contados, ni dibujados ni explicados. Son procesos independientes. Crear los cuentos por un lado; transmitirlos por el otro. Si los cuentos son leídos o contados es un asunto posterior. Es como el caso de las adaptaciones cinematográficas de obras literarias: aunque el libro ya esté escrito, para hacer la película habrá que estudiar cómo contar la historia de nuevo, porque cada medio requiere su lenguaje. Con la narración oral sucede lo mismo, la literatura y la oralidad son dos cosas tan distintas que hasta compiten entre sí. Incluso es distinto leer una historia en voz alta que contarla. La historia al ser contada se transforma en tres dimensiones. Mi maestro Juan Moreno llama a este proceso “leudar la historia”, este concepto se refiere a que a medida que uno las va contando, las historias crecen y se enriquecen tanto en detalles como en emociones, adquiriendo distintos planos por donde el oyente puede viajar.


¿Cómo surge la idea de presentar las historias dentro de un libro-objeto?

JLG: Soy gráfico por naturaleza, siempre me gustó. Disfruto del proceso gráfico, producción, diseño, impresión, encuadernación. Me gusta que la pieza gráfica además de poder ser leída sea un producto artístico en sí mismo, que más allá de lo que allí se diga cada elemento funcione y tenga valor por sí mismo. Es decir, los cuentos, las historias, tienen que producir algo aunque estén impresas en fotocopias o escritas a mano. Las imágenes que ilustran los cuentos deben ser independientes de los cuentos y aunque se relacionen con la historia, tener vida propia. Por ejemplo, pongamos por caso los muñecos que produzco para los espectáculos: la tercera dimensión de su existencia no esta incluida en el papel de los libros. Si te los encontrás por ahí solitos, quizás surge algo más allá del cuento, la posibilidad está abierta. Y con el libro ocurre lo mismo, aunque el interior sea ilegible, para mí un libro debe causar un impacto como objeto, una relación con quien lo tiene en su mano.


¿Cuál es el aporte que el diseño le da a los relatos?
JLG: El diseño es parte del proceso del que venía hablando. Una vez que ya son señores cuentos o señoritas historias, han sido corregidos y merecen ser publicados, quedan en manos del diseñador. El diseño es como la ropa que viste a los cuentos para ser leídos. Podrían ser leídos a letra de médico, pero sería como presentarte a mi prima en harapos, no es lo mismo. En el caso de Helga Wolfert, la diseñadora de mis libros, entiende y conoce perfectamente la personalidad de mis relatos y los empilcha con una ternura certera. Tratándose de un libro-objeto, el diseño también se relaciona con los distintos planos que componen la pieza gráfica que es “el libro”. El diseño juega un papel con los textos, las ilustraciones y el conjunto. En el caso de Helga, además del diseño ella desarrolló el arte del libro, es decir, la presentación de todo lo que se está contando en un solo lenguaje, un denominador común sobre el que se apoyan todas las otras piezas de las que ya te hablé. Si bien la idea de formato, tapas, gramajes y contenido corrió por mi cuenta, Wolfert encontró una forma de interconectar todas esas expresiones para que brillen.


¿Por qué siempre usás diminutivos en los títulos de tus libros?

JLG: El diminutivo es el significante en relación con el todo. Es la personalidad de una miguita de pan sobre una mesa donde ha ocurrido un asesinato. Seguramente un periodista contará los cadáveres, investigará qué comieron en la cena, indagará su pasado, buscará pistas, elucubrará posibles causas, etc. Yo, en cambio, estaré más interesado en el destino de esa miguita.

Publicado originalmente en http://blogs.arsomnibus.com/arteartida/


Entrevista con Helga Wolfert sobre diseño de libros objeto


Para saber más: joseluisgallego@gmail.com


El “Viajecito de Felipe” ya está con espectáculo nuevo:

“Él apareció y dijo que mi abuela era de mentira”
Horarios de funciones y otras infos: www.elviajecito.com.ar


Para vestir monstruos



Plagados de asesinos brutales hasta la ternura, fantasmas trabando amistad con niños asombrados ante la locura de sus padres y seres marginales sin rumbo, los libros-objeto “La existencia es mullidita” (2004) y “El niño Miguita” (2008) sorprenden tanto por sus historias inconcebibles como por su concepción gráfica: pequeños como para ser portados en una billetera, ilustrados por el propio autor, José Luis Gallego, y bellamente diseñados cuento por cuento por la diseñadora Helga Wolfert, al punto de que es posible saborear el tenor del relato desde el formato de la letra.

En la mayoría de los libros que hemos leído, quietas letras de molde sobre fondo blanco inducen al lector a formar en su mente las imágenes que irán narrando la historia a través de la puesta en juego de su imaginación, y ésta será la única vía por la cual viajarán todas las emociones, ideas y sentimientos que el autor haya querido transmitir. Distinto es el caso de las narraciones en formato de historieta (o en novelas ilustradas), donde el dibujo obvia partes del relato y define de forma incontestable el rostro, el paisaje y hasta la forma de vestirse de los personajes, dejando menos libertad a los lectores para definir los detalles de la historia. Ya en “La existencia es mullidita” nuevos recursos entran en escena dejando su impronta: el papel oscuro y de remembranzas casi groseras nos introduce en el mundo opresivo y lleno de humoradas bizarras de sus personajes, donde formatos de letra que cambian a medida que avanzamos en los relatos van dejando en claro que aquí nada puede darse por sentado. En “El niño Miguita” la tendencia de acentuar lo impermanente se profundiza: las múltiples tapas del libro son plausibles de ser cambiadas, poniéndole un rostro diferente a la obra cada vez que se la toma en las manos, alterando el orden de los textos e incluso del título del libro.

Los dos libros nos invitan a hacer un uso aguzado de la imaginación, a la vez que con su abanico de estímulos nos inducen al estado de ánimo ideal para acercarnos a estas historias, como una música de fondo en la sala del cine. El dúo Wolfert-Gallego compone un combo creativo que transforma las reglas de acceso al antiguo arte de la lectura, acrecentando la importancia del diseño gráfico como vehículo sensorial para una obra literaria.

Publicado originalmente en http://blogs.arsomnibus.com/arteartida/
Para saber más:

Entrevista con Helga Wolfert

Entrevista con José Luis Gallego


Publicado originalmente en http://blogs.arsomnibus.com/arteartida/

Vistiendo al monstruito




Si Luis Gallego es la cara creativa de los libros objeto “La existencia es mullidita” y “El niño miguita“, la contracara no es otra que su socia en la vida y en los proyectos: Helga Wolfert. Diseñadora Gráfica recibida en la Universidad de Buenos Aires hace 13 años, comenzó en la profesión trabajando en pre y post impresión en empresas gráficas, ganando ese contacto directo con los productos gráficos que en la Facultad cuesta tener. Por otra parte, y como ella misma objeta, gracias a las presiones propias de la industria, en aquellos años lo importante era producir, más que expresarse.
Sin embargo, con el paso del tiempo logró independizarse, para comenzar a diseñar productos de mayor compromiso creativo: la revista juvenil “EME” –de circulación en el Gran Buenos Aires-, catálogos de ropa, tatuajes y estampas para indumentaria infantil. Además, claro está, los libros objeto “La existencia es mullidita” y “El niño miguita”.


¿Cómo nace la idea de hacer los libros objeto?
Helga Wolfert
: El tipo de diseño tiene que ver con el cliente. Luis es un tipo muy creativo, sus cuentos son muy locos, no podíamos hacer un libro de formato estándar. Creo que el diseño no debe competir con el relato, ni con el producto en general. Si hablamos del libro, el diseño acompaña al relato, le da una “vueltita más” a la historia, la cuenta, resumida y a su manera, en imágenes.



¿Por qué “El niño Miguita” tiene tapas múltiples?
HW
: En “El niño Miguita” todos los cuentos tienen igual importancia. El escritor les dio un orden desde su criterio, pero cada lector puede tener su propio libro dependiendo de su criterio personal, con su propio comienzo y hasta con otro título, y eso ser cambiado con el correr del tiempo. Por eso cada una de las tapas tiene la misma dedicación, todas pueden estar al frente y ser la cara visible del producto, no apenas una como en la mayoría de los libros.


¿Cuál creés que es el aporte que el diseño le da a estos libros?
HW
: El diseño le dio una vestimenta al libro, cierta personalidad expresada a través de la percepción visual, independiente de los textos. El diseño en sí es una forma de arte. Por eso me parece justo que la diseñadora aparezca en los créditos porque es parte importante del producto, y es importante que la gente sepa quien fue, para bien o para mal.


¿Cómo es tu método de trabajo?
HW
: Como dije, el tipo de diseño va a depender del cliente o producto al que está dirigido. Creo que siempre que se encara un diseño tiene que haber un trabajo previo de investigación, muchos bocetos, antes de poder sentarme a la compu y concretar. Yo voy por la vida con un cuadernito de hojas lisas y mi lápiz negro, bocetando ideas cada vez que aparecen.


Para saber más: helgawolfert@gmail.com




Publicado originalmente en http://blogs.arsomnibus.com/arteartida/